
(Escrito el 20 de julio de 2009) Cuenta la leyenda que en el año 1535 una joven Inca y su enamorado católico murieron en la Pampa del Tamarugal por querer estar juntos pese a sus divisiones religiosas. Así, ella se convirtió en la martir Señora del Carmen de La Tirana.
Años más tarde se levantaría un templo en aquel pueblo del mismo nombre, donde una imagen sagrada sería venerada por cientos de miles que cada año en julio inician su procesión para expíar sus pecados o pedirle favores a esta princesa Inca que quiso convertirse al catolicismo y murió por amor.
Cientos de años más tarde, dos amigas me dirían "este año nos vamos a rezarle a la virgencita de La Tirana!!!" y compramos los pasajes.
Semanas más tarde el Ministerio de Salud suspendería las celebraciones, por miedo a una pandemia de consecuencias bíblicas...
Días más tarde el mismo Ministerio de Saud anunció que la celebración de San Expedito (en Reñaca pues hombre) se realizaría de todos modos, pero bajo "estrictas medidas sanitarias"... claro, tal vez en Reñaca se lavan mejor las manos...
Igual llegamos a Iquique. Y contrario a todo pronóstico, con nosotras llegaron otras 30 mil personas -que sin importarles la fiebre y el contagio-, se enfundaron trajes de colores y máscaras para bailar y adorar a su querida "chinita".
Llenaron las calles de coreografías cuidadosamente estudiadas, de bombos, tubas, trompetas y guaripolas... se vistieron de cóndores y diablos y bailaron dos días al son de los ritmos altiplánicos enseñándonos que Santiago es un lugar tan lejano de Chile. Entonaron una y otra vez el himno de la Reina del Tamarugal, aquella canción que de niña me enseñara mi padre.
Nosotras bailamos con ellos.
Nos vemos en La Tirana del bicentenario!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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