lunes, marzo 22, 2010

Amazonas… Diario de Campaña (Capítulo 2)


(Escrito 07 de octubre de 2009) El aeropuerto de Lima nos sorprendió con la llegada de otros 5 o 6 vuelos que colapsaron el ingreso a policía internacional… el tiempo en la fila fue suficiente para acordar en salir a recorrer por unas pocas horas el barrio de Miraflores, eran las 2 de la mañana del viernes, un momento ideal para tomar la primera cerveza del viaje.

Y entonces conocimos a Walter un paco/taxista que por algunos dólares nos llevó a conocer la noche limeña, mientras nos conversaba de las diferencias culturales entre Perú y Chile, y que nosotros (los chilenos) estábamos mucho mejor gracias al trabajo de rastrillo que había hecho Pinochet… a punto de interrumpir su monólogo con un par de verdades, nos dice sonriendo que tenía permiso para portar una pistola gracias a su condición de paco. Y hasta ahí no más llegó mi valentía… “al fin y al cabo las verdades son siempre subjetivas”….me dije.

Después de caminar un poco por las frías calles de Lima, tomar la anhelada cerveza y comer los primeros panecillos con ajo, Walter nos devolvió al aeropuerto para levantar alas hacia Iquitos, tal como lo hizo alguna vez el Capitán Pantaleón Pantoja, alias “pantitas”, hombre íntegro, buen esposo y excelente profesional, quien fuera elegido por sus superiores para montar un servicio ambulante de prostitutas (visitadoras) para aplacar las necesidades sexuales de los pobres milicos apostados en la selva.

Pero nosotros no íbamos en esa misión, tampoco somos taaaaaan íntegros, ninguno está casado, y menos funcionamos bajo órdenes militares. Partimos más bien con ideas tan íntimas como pueden ser las de 5 diferentes personas, a encontrar respuestas, a buscar nuevas preguntas, a soñar… a mirarse a la cara llena de repelente y sentirse felices por estar acá.

El avión iba medio vacío, así que aprovechamos los asientos posteriores para instalar nuestra humanidad y dormir un poco más holgados… porque la cabina turista de LAN….mmmm sin comentarios.

El amanecer me despertó a través de la pequeña ventana ovalada del avión, los rayos entraban con fuerza y abajo, en la tierra, el río se abría paso en forma de culebra entre medio de árboles milenarios. Sentí los oídos reventar al tiempo que el avión planeaba hacia el Aeropuerto Internacional Coronel Francisco Secada Vignetta, en el corazón del amazonas peruano.

Al descender… nuevamente el calor y la humedad, gran combinación. Después de recoger las mochilas y escuchar una incansable voz por altoparlante que nos advertía que la zona estaba libre de gripe porcina, que había que lavarse las manos, y estornudar en el antebrazo y bla bla bla, tomamos un taxi que nos paseó por toda la ciudad antes de dejarnos en el hotel Amazonas.

Iquitos es simplemente perfecto. Una ciudad que más parece pueblo, con pequeñas casitas de colores y sobrepoblación de motos: en cada esquina se abalanzan por decenas sobre ti sin misericordia. ¿El transporte más común? El mítico "mototaxi", según el Nico "el transporte banana mas bacán que existe despues de la chivita", y que quiere implementar en Chile como transporte terrestre... espero estar viva para ver eso, los imagino perfectamente en Valdivia (es una ironía por cierto).

El mototaxi, al igual que Iquitos, es perfecto, es exactamente igual a los vehículos que algún alcalde indeseable de la comuna de Santiago implementara tiempo atrás para transportar a la gente por el paseo Estado, pero en el lugar de una bicicleta va una moto. El carrito además tiene diseños con los más diversos colores y formas y caben sentadas perfecatmente dos personas... o tres en nuestro caso, porque el ahorro era más importante que la comodidad.

Salimos a caminar por las calles coloniales y nos subimos a estos vehículos para llegar hasta el muelle Nanay donde decidimos tomar una “piragua” (a motor, claro) y embarcamos por el río del mismo nombre con Carlos como guía y un atardecer de esos que sólo puedes ver en este lugar del mundo.

Se suponía que el destino era un serpentario, pero la noche nos encontró en medio del río y tuvimos que volver antes de caer a merced de los temidos mosquitos… después una rica cena y a la cama… al día siguiente partía nuestra lancha (una especie de tur bus acuático) “Golfinho” para partir en una travesía de 9 horas por el río…

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