miércoles, octubre 31, 2007

The End

Corté el teléfono con la cara roja y la vista perdida en algún lugar de la habitación. Mis manos temblaban y las lágrimas caían encima de la cama diseñando figuras inconclusas y húmedas.
Yo sabía, me dije. Sabía que tarde o temprano le diría eso... es que estaba tan asustada... pasé días, meses, años enteros pensado las palabras, las actitudes; soñando con el cómo y, más aún, el cuándo.
Y ahora era real. No había vuelta atrás.
Me incorporé tratando de respirar. Los golpes en la puerta se repetían cada vez con más intensidad ¿Cuánto tiempo habré estado aquí? ¿Será primavera ya?
Miré mis manos... viejas y manchadas... mis pies... pequeños y débiles, tanto tiempo esperando decir, tantas risas gastadas y fingidas, tanto llanto, tanta rabia acumulada.
A cada paso que daba la habitación crecía, acrecentando también la distancia entre mis manos y la puerta. Los gritos eran ensordecedores... pero no parecían desesperados, más bien festivos y melódicos. ¿Qué estaba pasando afuera? ¿Qué me había perdido todo este tiempo?
Por fin llegué. Giré la manilla todavía con miedo y la abrí.
Abrazos y manos cálidas me sostuvieron, abalanzándose sobre mí con desesperación…. BIENVENIDA, me decían…

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