
Parece que fue ayer cuando, saliendo del colegio, le dije a mi amigo "nito" que me acompañara a la Feria del Libro. El "nito" dimunutivo de "guarén"="guarenito" o ratón para los compañeros, no sabía el porqué de mi euforia. Pero no tuvo oportunidad de negarse, sólo cuando íbamos en la micro respiré para decirle que Mario Benedetti estaría firmando libros esa tarde, y yo, con 17 años y una antología poética bajo el brazo, tenía que ser una de las afortunadas.
La cola parecía interminable. Avanzaba por los pasillos de la Estación Mapocho, subía la escalera central y llegaba hasta las grandes puertas de la entrada. Ahí nos instalamos... "nito" preocupado me decía... "¿pero hasta cuándo estaremos aquí?". La verdad me daba lo mismo. Mirando el cielo reflexionó: "cuando Benedetti muera ese libro será una joya". Reímos.
Este 17 de mayo la profecía se cumplió. Abrí mi correo en la mañana y un mensaje de mi querida Isabel me decía que el poeta había muerto. Recordé aquella tarde de golpe, como si hubiese pasado un siglo... recordé aquella firma que llegó a mis manos después de 4 horas de espera y lectura al azar de capítulos de mi antología poética. ¿Qué será del Nito? ¿Habrá recordado lo mismo que yo este 17? Era un gran amigo. Benedetti también lo fue.